La tracción repetitiva puede causar microdesgarros o microlesiones en estas fibras de colágeno y en la matriz extracelular que están sujetas a la capa superficial del hueso. Cuando esto pasa, la zona se inflama y duele, pues el cuerpo intenta reparar estos microtraumatismos. Sin embargo, si la carga continúa siendo excesiva y no hay suficiente tiempo para la recuperación, este proceso de reparación puede volverse desorganizado e ineficiente.
Analogía:
Piensa en clavar un clavo repetidamente en una pared. Inicialmente, puede haber un poco de irritación alrededor del punto donde entra el clavo. Pero si sigues golpeando, la madera alrededor del clavo puede empezar a astillarse o incluso debilitarse, no solo la superficie. De manera similar, la tensión repetitiva afecta principalmente la «unión» (la entesis), y la reacción del periostio es una consecuencia de este estrés continuo.
Desde una perspectiva de la biomecánica del pie y la pierna, la periostitis tibial a menudo se desencadena por:
Pronación excesiva:
Un pie que prona demasiado rota internamente la tibia, lo que obliga a los músculos tibiales posteriores y el flexor largo de los dedos a trabajar más para estabilizar el pie, generando una tracción excesiva en sus inserciones.
Debilidad muscular:
Cuando los músculos de la pantorrilla y los intrínsecos del pie son débiles, no pueden absorber adecuadamente el impacto durante la actividad, lo que transfiere más estrés a la tibia y sus inserciones musculares.
Disimetría de miembros inferiores:
Una diferencia en la longitud de las piernas puede causar una distribución desigual del peso y la carga durante la marcha o la carrera, llevando a una sobrecarga en la pierna más corta o en la que compensa la diferencia.
Calzado inadecuado:
Un calzado sin suficiente amortiguación no absorbe el impacto, y uno sin soporte adecuado no controla el movimiento del pie, ambos factores que aumentan la tensión en la tibia.
Técnica de carrera deficiente:
Una zancada demasiado larga implica un mayor impacto inicial, una cadencia baja significa menos pasos por minuto y, por lo tanto, más fuerza en cada impacto, y un impacto excesivo (por ejemplo, aterrizar con el talón de forma brusca) genera más vibración y estrés en la tibia.
Superficies de entrenamiento duras o irregulares:
Las superficies duras como el asfalto ofrecen poca absorción de impacto, mientras que las superficies irregulares pueden forzar al pie y la pierna a estabilizarse de formas inusuales, aumentando la tensión.
El tratamiento para la periostitis tibial se enfoca en:
- Reposo relativo: Disminuir o modificar la actividad que desencadena el dolor.
- Hielo: Aplicar hielo en la zona afectada para reducir el dolor y la inflamación.
- Medicamentos: Analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) pueden ayudar a controlar el dolor.
- Fisioterapia: Ejercicios de estiramiento y fortalecimiento de los músculos de la pantorrilla, los músculos intrínsecos del pie y los músculos que controlan la cadera y el tronco. También se pueden utilizar técnicas de terapia manual.
- Plantillas personalizadas: En casos de pronación excesiva u otras alteraciones biomecánicas, las ortesis personalizadas pueden ayudar a controlar el movimiento del pie y reducir la tensión en la tibia.
- Modificación del calzado y de la técnica deportiva: Asesorar sobre el calzado adecuado y realizar ajustes en la técnica de carrera o en la actividad deportiva.
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